Este año podría ser muchas cosas. Ha sido un año tormentoso. Y a día de hoy sólo quiero valorarlo negativamente, no sé muy bien por qué. Supongo que no estoy contento con varios aspectos de mi vida. Mi trabajo no me llena, no es mi vocación por la que me levanto cada día. Mi vida sentimental... Bueno, mi vida sentimental es cuanto menos deficiente.
Desde hace ya algún tiempo me siento "cojo" a la hora de estar con otras personas. Primero por no buscar nada serio, luego por añorarlo, después por rechazarlo. Hace tiempo que me siento roto, y no he conseguido recomponerme. No por no tener a alguien a mi lado, sino porque desde hace algún tiempo siento que no soy el mismo. Que he perdido gran parte de mi esencia. De aquella luz que se me veía detrás de los ojos.
Y mi gran problema es que no sé cómo recuperar eso. He buscado maneras para encontrarme a mi mismo, y a veces siento que estoy estoy más perdido aún de lo que estaba antes. Intento buscar mis motivaciones, analizar mis cicatrices, aprender de mis errores.
¿Seré una persona distinta? ¿Seré peor o mejor persona? ¿Qué ha cambiado en todo este tiempo?
Muchas veces pienso en que ayudar a otras personas me ayuda a estar mejor conmigo mismo, lo que es bastante egoísta. Acabo usando a los demás para sentirme mejor yo, sin darme cuenta que ese sentimiento de plenitud es vago, y desaparece con el tiempo. Es como una droga, de la que cada vez necesitas más y más.
En los últimos tiempos me da miedo estar conmigo mismo, sentarme a meditar acerca de mi vida. Hasta que me he visto obligado a hacerlo hoy, y efectivamente me he dado cuenta de que había sentimientos a los que no quería hacer frente. Soledad, miedo, inseguridad, frustración.
Sentimientos que muchas veces no me permito sentir porque siempre tengo que estar al pie del cañón con una sonrisa. Hasta que esa sonrisa se ha ido desvaneciendo, quizá por estar cada día un poco más cansado. Y es que parece ser que el alma, como el cuerpo, también se agota.
Y no sé cómo descansar esa parte de mi.
Muchas veces sólo quiero un abrazo, un beso, una caricia. Sentirme seguro y tranquilo, sin pensar en nada más. Todo eso me cuesta horrores pedirlo. Igual que llamar a alguien para decirle: "Estoy mal, te necesito". No dejo que se vea la fragilidad que siento dentro. Me cuesta mucho caerme sin red, dejar que por un momento sea otro y no yo mismo el que sostenga el peso.
Casi rehuyo el contacto con otros hombres. Me cuesta tener una mínima relación con ellos. Acabo escondiéndome, no confío en ellos. No confío en que un día llegue el que no me haga daño. No confío en que algún día llegue el que me vuelva a enamorar como una vez hizo el hombre de mi vida. Y de verdad quiero confiar, pero a veces es muy difícil. Temo al rechazo, a la incomprensión, al miedo del otro. A no ser suficiente para nadie.
Estoy cansado y quiero salir de esto.
Siempre pienso que a nadie le gusta escuchar penas, mucho menos las mías. Por eso lo acabo reflejando aquí. Pero esto ayuda y mucho. A veces me siento mejor, o peor, después de escribir. Pero cada año, o a veces una noche de soledad, leo y reflexiono.