El Ladrón se enfrenta hoy, al igual que ayer, a su peor enemigo: La desolación, vestida con el traje de la tristeza y los zapatos de la desconfianza.
Pero hoy el Ladrón sabe que no está solo. Y que puede vencer.
Sabe que solo en estos momentos se sentirá mal, piensa en un día mejor, un día más brillante.
Sabe que hoy a él le robaron una sonrisa.
Afortunadamente, el Ladrón se puede permitir ese lujo. Al fin y al cabo, uno de los valores más preciados del Ladrón es el altruismo.
Otro es el agradecimiento.
Gracias.
Y gracias también por tu regalo:
"Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque."
"Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.(Arriba y abajo, se me abre el alma)"
Afortunadamente, no estoy solo. Y mientras me tengais a mí, tampoco lo estaréis.
Pequeños dramas maricas cotidianos
Hace 10 años