viernes, 7 de agosto de 2015

And so it is.

Ha pasado un año desde la última entrada. Y supongo que es agosto el mes en el que me toca hacer balance de todo el año, y cuando más necesidad siento de escribir cómo me siento.

Este año podría ser muchas cosas. Ha sido un año tormentoso. Y a día de hoy sólo quiero valorarlo negativamente, no sé muy bien por qué. Supongo que no estoy contento con varios aspectos de mi vida. Mi trabajo no me llena, no es mi vocación por la que me levanto cada día. Mi vida sentimental... Bueno, mi vida sentimental es cuanto menos deficiente.
Desde hace ya algún tiempo me siento "cojo" a la hora de estar con otras personas. Primero por no buscar nada serio, luego por añorarlo, después por rechazarlo. Hace tiempo que me siento roto, y no he conseguido recomponerme. No por no tener a alguien a mi lado, sino porque desde hace algún tiempo siento que no soy el mismo. Que he perdido gran parte de mi esencia. De aquella luz que se me veía detrás de los ojos.

Y mi gran problema es que no sé cómo recuperar eso. He buscado maneras para encontrarme a mi mismo, y a veces siento que estoy estoy más perdido aún de lo que estaba antes. Intento buscar mis motivaciones, analizar mis cicatrices, aprender de mis errores.
¿Seré una persona distinta? ¿Seré peor o mejor persona? ¿Qué ha cambiado en todo este tiempo?

Muchas veces pienso en que ayudar a otras personas me ayuda a estar mejor conmigo mismo, lo que es bastante egoísta. Acabo usando a los demás para sentirme mejor yo, sin darme cuenta que ese sentimiento de plenitud es vago, y desaparece con el tiempo. Es como una droga, de la que cada vez necesitas más y más. 
En los últimos tiempos me da miedo estar conmigo mismo, sentarme a meditar acerca de mi vida. Hasta que me he visto obligado a hacerlo hoy, y efectivamente me he dado cuenta de que había sentimientos a los que no quería hacer frente. Soledad, miedo, inseguridad, frustración.
Sentimientos que muchas veces no me permito sentir porque siempre tengo que estar al pie del cañón con una sonrisa. Hasta que esa sonrisa se ha ido desvaneciendo, quizá por estar cada día un poco más cansado. Y es que parece ser que el alma, como el cuerpo, también se agota.
Y no sé cómo descansar esa parte de mi.

Muchas veces sólo quiero un abrazo, un beso, una caricia. Sentirme seguro y tranquilo, sin pensar en nada más. Todo eso me cuesta horrores pedirlo. Igual que llamar a alguien para decirle: "Estoy mal, te necesito".  No dejo que se vea la fragilidad que siento dentro. Me cuesta mucho caerme sin red, dejar que por un momento sea otro y no yo mismo el que sostenga el peso. 

Casi rehuyo el contacto con otros hombres. Me cuesta tener una mínima relación con ellos. Acabo escondiéndome, no confío en ellos. No confío en que un día llegue el que no me haga daño. No confío en que algún día llegue el que me vuelva a enamorar como una vez hizo el hombre de mi vida. Y de verdad quiero confiar, pero a veces es muy difícil. Temo al rechazo, a la incomprensión, al miedo del otro. A no ser suficiente para nadie. 
Estoy cansado y quiero salir de esto.

Siempre pienso que a nadie le gusta escuchar penas, mucho menos las mías. Por eso lo acabo reflejando aquí. Pero esto ayuda y mucho. A veces me siento mejor, o peor, después de escribir. Pero cada año, o a veces una noche de soledad, leo y reflexiono. 

And so it isJust like you said it should beWe'll both forget the breezeMost of the time

viernes, 8 de agosto de 2014

I hate you but I love you.

La última vez que dejé mi relación, me prometí a mi mismo que escribiría por qué terminé con ella, lo que me había llevado a esa situación, para no volverlo a repetir.

No lo hice.

A día de hoy pienso muchas veces en ese día, en esos meses, en las situaciones que viví con mi ex. Fueron muy duras, he vivido cosas que nunca pensé que permitiría, por muy enamorado que estuviese. Y las permití todas.
Yo no sabía lo que era una relación patológica. A día de hoy tengo claro que la viví, pero nunca alcanzo a comprender la magnitud de todo eso. Porque me quedo con lo bueno, y gran parte de lo malo lo relativizo.

Hoy he hablado por teléfono por primera vez con una amiga que le conocía a él antes que a mi. Que le conoció enamorado de mi, que le contó que quería recuperarme. Lo buena persona que era, las buenas intenciones que tenía. A día de hoy, después de haber estado juntos cerca de un año (otro más) no dudo de sus intenciones. Yo sé que él me quiere, y yo sé que le quiero a él. Por mucho que me duela, tengo que aprender a aceptar que mi corazón le pertenece, y que estaremos separados.
Y esto es lo que más me cuesta, porque a menudo me pregunto: "¿Por qué? ¿Por qué después de todo el daño que te ha hecho, de cómo os habéis tratado, no te olvidas de él? ¿Por qué no eres capaz?". Me cuesta tanto olvidarte, como decía la canción de Mecano. Pero es duro pensar que nunca te olvidarás, que te esperan años de sufrimiento hasta que consigas recomponer ese corazón que le pertenece a él, y quedártelo para ti. "Que nunca ME olvidaré, que ME esperan años de sufrimiento, que YO consiga recomponer, que YO ME lo quede para MI".
Anda que no me repiten veces en terapia que lo ponga en primera persona, para que lo interiorice.
Me duele pensar que YO no lo pueda superar. Me duele pensar que YO no lo quiera superar.

Qué duro es hacer el camino sólo.

jueves, 3 de julio de 2014

Ser humano

Hace casi un año que no escribo, y he retomado exactamente lo que estaba haciendo hace un año en la misma situación.
Ha sido un año largo, duro. Me ha dado tiempo a darme cuenta de muchas cosas, a hacerme muy fuerte y ser consciente de mis debilidades. Que son muchas.
He aprendido mucho acerca del amor, de las personas, y en concreto de la vida. 

Del amor he aprendido que aparece siempre en los lugares más insospechados. Que empieza, dura y se acaba en un instante. Que no se puede controlar y que muchas veces es mejor dejarse llevar, sin soltar las riendas. De que no podemos juzgar a los demás por sus sentimientos, que debemos respetarlos y sentirnos afortunados por ser capaz de compartirlos. Es curioso como podemos valorar a los demás de manera muy distinta, en función de un sentimiento que tenemos todos. Amor de pareja, amor de amigos, amor de familia. El motor de la vida, al fin y al cabo.
El amor duele, embelesa y mortifica. Y todos, sin excepción, nos dejamos llevar por ese sentimiento maravilloso que sabemos que en algún momento nos va a repercutir, pero que aún así aceptamos. Tenemos relaciones complicadas, amigos que nos abandonan, familia que se pierde. Solemos quedarnos con lo malo, y acabamos por no creer en que exista algo bueno en querer a los demás. Yo solía querer mucho, y llegué a pensar que perdí la capacidad de amar. Pero es algo que nunca se pierde, y aunque nos hagan daño, sigue estando ahí. Seguimos necesitando ese sentimiento. 
Yo me siento muy afortunado por querer a todo el mundo que quiero, de una manera o de otra, e independientemente del daño que pueda causar. No puedo parar toda mi vida porque me hayan hecho daño, porque el amor es el motor del mundo.
Y amigos, ese amor es lo que hace que nos salga una sonrisa de las más sinceras que existen. De esas que gusta robar, y guardar en el corazón.

De los humanos he aprendido que somos fugaces, que somos distintos y necesarios para los que nos rodean. No sé si seremos "malos" o seremos "buenos", o cuál es el rasero con el que determinamos esa calificación. Pero sí que sé que somos débiles por nuestros sentimientos, y fuertes también por ellos. Y que siempre hay algo bueno en todos nosotros, por pequeño que sea, y escondido que esté. Que debemos sacarlo fuera, y cuando lo hagamos seremos más felices, y nos sentiremos completos.

De la vida, que es corta y que no me la quiero perder. Que la vida la forman el resto de las personas y nuestros sentimientos por ellas, nuestras experiencias. Merece mucho la pena vivir, vivir bien, y ser felices. Habrá momentos de infelicidad (los más) y momentos de alegría (los menos). Y serán los menos porque tendemos a no conformarnos con poco, y eso es estupendo. Porque así podemos disfrutar, reír, llorar. Todo eso es lo que no quiero perderme. Compartir los momentos de felicidad, acompañar en los momentos de tristeza. Y morirme pensando que todo el tiempo ha merecido la pena, porque he vivido al máximo. Que he cumplido con mi misión en el mundo.

Mi padre falleció hace casi un año, y sólo espero que se fuera con la certeza de que había aprovechado al 100% esos momentos, los buenos y los malos. 
Gracias por haberme enseñado tanto, y por estar presente todos los días de mi vida.

viernes, 2 de agosto de 2013

El último baile

Dicen que la noche es el peor momento para la soledad. La mañana y la tarde se pasan rápido, el sol acompaña y la vida bulle a tu alrededor. Pero al llegar la noche todo se acaba, la ciudad descansa y a ti te toca estar contigo mismo.

Y es en estos momentos en los que me da por pensar, por recordar todos los momentos pasados. Me da por pensar en ti, en lo que hemos vivido. Y ¿Cómo no voy a pensar en ti, si al fin y al cabo ocupas gran parte de los pensamientos de mi día a día?. Odio sentirme así, odio sentirte lejos, odio sentirme mal por ello.

No puedo evitar recordar todos los buenos momentos, los viajes, los abrazos, las caricias, el sexo... Todo era maravilloso a tu lado, para mí la vida brillaba un poco más cada vez que sonreías. Creo que nunca has sido consciente de lo muchísimo que has significado para mi. Estar feliz cuando tú lo estabas, estar mal si estabas triste. Querer estar a tu lado siempre. Apoyarte en todo. Ver tu sonrisa cada vez que te llevaba una rosa o un lirio.
Recuerdo perfectamente la última vez que te lleve una rosa. Tú estabas montando la piscina, yo estaba enfadado, el ambiente cargado... Y lo único que quería era arrancarte una sonrisa, y dormir una noche más de tantas abrazado a ti.
A veces pienso que si pudiera volver atrás, aprovecharía tanto cada abrazo, cada beso, cada momento a tu lado.

No puedo evitar tampoco recordar los momentos malos. El dolor, las lágrimas. El pensar que algún día todo cambiaría, que éramos tan perfectos el uno para el otro que tenía que hacerlo. Y seguí esperando el momento. Hasta que lo único que cambió, fui yo.


Ya ves, siempre tiendo a recordar lo bueno. A imaginarme todo como en los cuentos y en las canciones. Que un día aparecerás con un ramo de rosas, y una promesa en los labios. Y que todo será distinto. 
Aunque sé que eso no va a pasar.

No queda noche para más, que un último baile.

jueves, 18 de julio de 2013

Un día como hoy

Una noche como hoy, hace 4 años, escribía una entrada en blog, en una situación completamente distinta a la que estoy ahora pero de mismas circunstancias.

Hace cuatro años, estaba también cerca del mar, con un cigarrillo en la mano, con una noche sin luna y una canción de Sabina. También me sentía devastado y confuso con mi vida.

 Es curioso pensar en cómo ha cambiado mi vida después de aquella entrada. La carrera que en aquellos momentos comenzaba a entrever, ahora está terminada. Antes no le temía a la muerte, ahora lo hago porque me ha tocado más de cerca.Lo que antes era tabaco, ahora es marihuana. Antes me sobraba respirar, ahora lo ansío. Y la vida, aunque dura, me ha hecho madurar, pero no volverme más fuerte que ella.

 En este tiempo he aprendido a (sobre)vivir, a respetar, a añorar, a abrazar, a sentir, a llorar, a creer, y sobre todo, a AMAR. Me he dado cuenta que la mayoría de las letras de las canciones son verdad, que amar duele, pero también recompensa. Que amar duele, pero te enseñar a valorar a los demás. Que amar duele, pero también te cura. Que amar mata, pero también te da vida.

 Para mí es un momento en el que amar, duele, mortifica y embelesa. En el que sin amor, mi vida sería más fácil. En el que sin la persona amada, siento que está vacía.
 Tantas veces ha sido el amor la causa del odio, de la mentira, de la soledad. Tantas, que a pesar del dolor, creo que debo hacer como hace años y romper una lanza en favor de este motor que nos mueve a todos.

 Es muy difícil olvidar a la persona a la que amas. Ya sea un amigo, un familiar, o la persona con la que desearías haber compartido tu vida entera. Porque aunque la intentes borrar de tu mente y alejar de ti, sigue ocupando un sitio en tu corazón. Si la intentas echar, sólo encontrarás dolor. Si la intentas olvidar, dejarás de sentirla, hasta el momento en el que la recuerdes, que volverá con más fuerza aún.
Acéptala, y guárdala esa pequeña parcela en tu corazón. Se la merece.

 ¿Y por qué se la merece, si me ha hecho sufrir? Pues porque también te ha enseñado la lección más valiosa que puedes aprender en esta vida: que eres capaz de amar, de dar tu vida por la de otra persona, que eres capaz de sentir. Y es una lección que nunca se olvida, por más que intentemos hacerlo.

 También es el camino más duro. Existen otros, más sencillos, como el odio, la rabia o la ira. Nadie que te ha entregado esa lección merece ser odiado.
 Así que aceptarlo, llevadlo con vosotros y que ocupe el lugar que merece.

Y por encima de todo recordad algo que os ayudará a seguir adelante:
"Nadie me va a querer más, que yo mismo."

miércoles, 22 de junio de 2011

Brillante, cálida, nívea

El golpeteo en su sien era cada vez mayor. Un dolor incesante atacaba su cabeza en forma de martillo, provocándole oleadas de dolor cada vez que golpeaba. Abrió los ojos con dificultad y quedó cegada por la brillante luz del sol que entraba por la ventana. Volvió a cerrarlos ante la imposibilidad de ver lo que ocurría a su alrededor, y se limitó a escuchar. Una serie de murmullos incomprensibles y apenas audibles llegaban a sus oídos. Captaba palabras sueltas, palabras que no entendía bien, pero que le hacían sentirse confusa.
“Despertar…” “…es joven” “Cuidarla”
Poco a poco, fue abriendo los ojos, presa de una congoja que necesitaba ser solventada. Miró al techo y se dio cuenta que no estaba en casa, y que a pesar de ello, las voces que escuchaba le resultaban familiares. Intentó moverse en la cama, pero algo se lo impedía. No podía mover bien las piernas, las tenía agarrotadas. Ante su dificultad, se propuso extender los brazos para tocar a los seres que escuchaba, pero volvió a tropezar con unas frías barras de hierro que, a modo de cárcel, la apartaban del exterior y la dejaban a merced de una cama de sabanas duras y colchón más bien inapreciable.
En ese momento intentó gritar, pedir ayuda a aquellos que estaban fuera, pero al expulsar aire por su garganta, solo escuchó salir de ella un gorgoteo. Y dolor. El propio dolor la obligó a sumirse de nuevo en el sueño, confiando que sería mejor que la dura realidad.

Con el tiempo, Teresa fue mejorando, poco a poco. Desde un principio intentaba tranquilizarse, decirse a sí misma que aquello sería temporal, pero en su fuero interno sabía que iba a ser muy difícil cambiar lo que ya estaba hecho.
Hacía ya dos años que a Teresa le habían diagnosticado cáncer laríngeo, y en la última operación se le había extirpado gran parte de la laringe, y por tanto las cuerdas vocales.
Todavía recordaba cómo fue quedándose afónica poco a poco, todas las veces que fue internada en el hospital para que la diesen quimioterapia… No podía contar con los dedos de la mano las noches en vela pensando qué sería de ella al día siguiente, cómo sería su aspecto, si podría volver a estudiar.
Todavía recordaba la primera vez que ingresó en el hospital para someterse a la quimioterapia. Al momento de subir a la planta donde pasaría las siguientes semanas, se vio rodeada de personas que le hablaban a la vez: una le preguntaba si era alérgica, otra que le colocaba a la misma vez un manguito en el brazo y un termómetro en el otro, otro que le decía que “abriera grande”… Cuando se quiso dar cuenta, estaba en una habitación de colores fríos, con un trozo de tela atado al cuello y la cintura (con el que estaba segura que se vería el lugar donde la espalda pierde su casto nombre) y disfrutando de la compañía de una señora mayor, sin pechos y consumiéndose poco a poco en una cama. Notó que empezaba a marearse, y casi a tientas, recorrió la dura tela de las sabanas y se sentó, enterrando la cabeza entre sus manos.
Cuando creía que aquella sensación no iba a desaparecer, notó una presencia que se sentaba a su lado en la cama y que le rodeaba la espalda con su brazo. Levantó la vista y observó a su nueva acompañante: pelo moreno, más bien regordeta, unos 50 años y una sonrisa que podría iluminar una ciudad entera. Se presentó, “Soy Manoli, tu enfermera, ¿Y tú quién eres?”. Era obvio que ya la conocía, pero era un buen paso para empezar. Se enjugó las lágrimas, tosió y contestó: “Me llamo Teresa”.
Así comenzó lo que podría llamarse una historia de amor, de amistad, simpatía, apego, devoción, afecto…una historia entre una enfermera y su paciente. Desde ese momento, Manoli acompañó a Teresa en sus correrías por el hospital: la primera vez que le ponían un citostático, la primera noche que durmió sola con su no tan afortunada compañera, su primera caída del pelo. Manoli fue la que la apoyó en todos esos momentos, tanto o más como sus propios padres, ante los cuales intercedía en numerosas ocasiones.
Una y mil veces podría ingresar en el hospital, que sabía que a su lado tendría una sonrisa que le iba a confortar, a darla calor. Muchas veces no estaba Manoli, pero tenía a su disposición una serie de sustitutas que bien la podrían haber reemplazado, aunque sabía que el hecho de haber estado con ella desde el principio le había marcado para siempre.
Recordaba de nuevo la mañana que se despertó agitada, tras la operación de laringectomía. Después del primer intento fallido y su posterior desvanecimiento, logró contenerse la segunda vez. Se incorporó poco a poco en la cama, notando cada fibra de su cuerpo, el agarrotamiento de sus músculos y el dolor en su cuello. Miró a su alrededor, viendo la figura borrosa de su madre que se había levantado al despertar de Teresa, el sillón, la cama de al lado… Buscando con la mirada aquello con lo que se había despertado ya una vez, aquella sonrisa y la tranquilidad que le trasmitía.
Pasaron varios días, y Teresa seguía despierta y completamente apática. Veía la felicidad de sus padres, contentos de que la operación hubiera transcurrido con éxito; a su hermano y a su novia, que iban a verla cada tarde y le llevaban libros, contentos también por su mejoría; a la compañera de al lado, esta vez más joven que la que conoció aquel día, mucho más animada y charlatana, también alegre por la nueva situación de su vecina. Parecía que Teresa era la única que no estaba contenta por lo que estaba pasando. Y lo peor de todo, no podía transmitirlo al resto del mundo. Su incapacidad para hablar solo venía compensada con movimientos de cabeza inconexos y con un papel con figuras ajado en el que la mayor conexión de palabras que podía realizar se basaba en “médico” y “dolor”.
Una mañana, alrededor de las 8 y media, le tocaron el hombro, y le dieron los buenos días. Teresa se despertó al momento, consciente de la voz que acababa de escuchar. La persiana de la habitación se alzó casi de un tirón, y escuchó: ¿Sabéis que hoy es el primer día de la primavera? ¡A levantarse, que ya es hora!”. Abrió los ojos y se encontró con esa blancura nívea que se reflejaba en sus ojos el día que ingresó por primera vez. “Hola señorita ¿Qué tal hemos dormido? Ya hacía tiempo que no nos veíamos, ¿verdad?”. Teresa, ante la urgencia de contestar a la persona que llevaba tanto tiempo esperando, intentó hablar. Solo salió de su garganta un gorgoteo débil, y en ese mismo instante, fruto de la propia impotencia, de sus ojos nacieron dos lágrimas que fueron a parar a las manos de la persona que tenía delante. Manoli la miró con cara de circunstancias y le dijo que la esperara allí un momento, que le había traído un regalo para estas ocasiones. Teresa, sorprendida por el inesperado presente, se quedó clavada en la cama, sentada como una niña que espera la llegada de los Reyes Magos la mañana del 6 de enero.
Manoli reapareció por la puerta de la habitación con un paquete plano y alargado. Decorado con un sencillo papel de regalo y un “Espero que te guste”, Teresa fue rompiendo el papel para descubrir lo que contenía.
Una pizarra.
Que objeto tan simple, pero a la vez tan útil. Lo que le separaba de la relación con el resto del mundo era una pizarra. Las siguientes lagrimas que cayeron de sus ojos fueron de felicidad, y entonces escribió en la pizarra la palabra que mejor describía sus sentimientos: “GRACIAS”
Manoli salió de la habitación 426 con la emoción que sentía cada vez que se sentía realizada como enfermera. Recordaba cada momento al lado de esa chica, una de las personas que más le había agradecido su labor. Dos meses antes de su reincorporación a la planta tras los meses de excedencia que había pedido, se había pasado por la planta, gracias en parte al aviso de una compañera del ingreso de su paciente preferida y su nuevo estado de salud. Al volver y ver la reacción de Teresa la primera vez que despertó, casi a hurtadillas en el vano de la puerta, decidió que tenía que hacer algo por ella. Y tras varias horas pensando en la mejor manera para ayudarla, decidió que un regalo iba a ser lo mejor. Un regalo que superará en la medida de lo posible los obstáculos con los que se encontraría, y que pudieran infundirle valor para seguir adelante.

Desde ese día, la mejoría de Teresa fue casi impresionante. El simple hecho de poder comunicarse le hizo mejorar su ánimo al instante, y a los pocos días ya estaban decidiendo los médicos sobre su alta. A mediados de mayo, ya tenían a Teresa completamente vestida con su ropa y recogiendo las cosas para marcharse a casa. Antes de irse, Teresa buscó a Manoli, pero la dijeron que entraba más tarde ese día. Triste ante no poder despedirse, Teresa cruzó las puertas de la unidad en dirección a los ascensores, precedida por sus padres. Y allí estaba ella, con la cara sonrosada por el esfuerzo, sudando pero feliz, porque había llegado a tiempo para despedirla. Esta vez, Manoli fue quien cogió la tiza y la que escribió en la pizarra. Le dio la vuelta y se despidió de ella con un abrazo.
Al entrar en el ascensor, Teresa retorno la pizarra a su estado original, y vio lo escrito:
“Gracias”

Al volver al control de enfermería, Manoli notó ese escalofrío que recorre la espalda y que se siente cuando sabes que has influido en la vida de otra persona. Ese escalofrío que te recuerda por qué eres enfermera y no abogada, como quería tu padre. Ese escalofrío que te hace ver que vale la pena luchar cada día por lo que te importa.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Feelings

Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos de la Tierra.

Cuando el Aburrimiento había bostezado ya por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso: ¿Por qué no jugamos al escondite?

La Intriga levantó la ceja intrigada y, sin poder contenerse, la Curiosidad preguntó: ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego, explicó la Locura, en el que yo me cubro la cara y empiezo a contar desde uno hasta un millón, mientras los demás se esconden. Cuando haya terminado de contar, el primero a quien encuentre ocupará mi lugar para seguir con el juego.

El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. Y la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer no sólo a la Duda sino también a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar.

La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? si al final siempre la acababan descubriendo.

La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), mientras que la Cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno, dos, tres, cuatro,... empezó la Locura a contar.

La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, pues cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para algunos de sus amigos: ¿un lago de aguas cristalinas? ideal para la Belleza. ¿La grieta de un árbol? Perfecto para la Timidez ¿El vuelo de una mariposa? Lo mejor para la Voluptuosidad. ¿Una ráfaga de viento? Magnífico para la Libertad. Pero, finalmente se escondió en un rayito de Sol.

El Egoísmo en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira! en realidad se escondió detrás del Arco Iris) y la Pasión y el Deseo en el fondo de un volcán.

El Olvido no recuerdo donde se escondió.

Cuando la Locura contaba el 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

...Y un millón! contó la Locura y por fin se puso a buscar.

La primera en aparecer fue la Pereza, a apenas tres pasos, debajo de una piedra.

Luego sintió vibrar a la Pasión y al Deseo en el volcán.

En un descuido encontró a la Envidia, y a partir de ella pudo deducir dónde estaba el Triunfo.

Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solo salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de serpientes.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza.

Con la Duda resultó aun más fácil porque estaba sentada en una cerca sin decidir aún de que lado esconderse.

Así los fue encontrando a todos: al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una cueva oscura, a la Mentira detrás del Arco Iris (mentira! estaba en el fondo de los océanos), y hasta al Olvido, que ya se le había olvidado que también jugaba. Tan solo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol del planeta, bajó por todos los arroyos y subió a todos los montes.

Y cuando ya estaba a punto de darse por vencida, vio el rosal.

Tomó una vara y se puso a remover las ramas cuando de pronto se escuchó un grito de dolor: las espinas habían herido al Amor en los ojos.

La Locura no sabía que hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón e incluso se ofreció a ser su lazarillo.

Y , desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña...

martes, 24 de noviembre de 2009

Let's talk...

...about the supposed forbidden aspect in my life.

Y de como crees que lo tienes todo atado, y descubres que no.
Y no sabes hasta qué punto la cosa seguirá hacia delante, y te da miedo seguir.
Pero...¿es acaso mejor quedarse en el camino? ¿Quizá menos doloroso?


Pero ahora preguntate a ti mismo si vale la pena quedarse en el camino mientras los demás andan, si deseas cogerte de la mano de uno de ellos y continuar el camino, o prefieres quedarte sentado.








It's your choice.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Donde los viernes cada tarde, como siempre la esperanza dice "Quieto, hoy quizás sí..."

" Un guerrero de la luz necesita amor.
El afecto y el cariño forman parte de su naturaleza, tanto como el comer, beber o el gusto por el Buen Combate. Cuando el guerrero no se siente feliz ante una puesta de sol, es que algo anda mal.
En este momento, interrumpe el combate y va en busca de compañía, para contemplar juntos el atardecer.
Si tiene dificultades para encontrarla, se pregunta a sí mismo: "¿Tuve miedo alguna vez de aproximarme a alguien? ¿Recibçi afecto y no lo percibí?"
Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella. "




Como de costumbre, Coehlo no me defrauda.
Es increíble que cuando cojo ese libro, lo abra cuando lo abra, sea donde sea, y cuando sea, encuentro el fragmento exacto que necesito leer en ese momento. Y esta vez, como otra vez más, ha sido simplemente perfecto.
Tan sutil como la brisa, tan suave como un rayo de sol, ha sido capaz de darme cuenta de tantas cosas...

Leedlo, os lo recomiendo encarecidamente.
Pero no lo leais como un libro normal, porque sencillamente no lo es.

Disfrutad, paladead cada palabra, cada párrafo de ese libro, y cuando lo hagáis, pensad sobre él.



Seguid robando sonrisas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

No hope, or love, or glory...

"Es en este momento en el que necesito una noche de verano, un cigarro y tiempo para escribir..."

Y es que es en este momento en el que me replanteo la vida tal y como me viene, intento hacer examen de conciencia, que ya iba siendo hora.
Y en estos momentos me planteo muchas cosas, por ejemplo, lo que sientes cuando sabes que alguien se va...
Alguien que es importante para ti, y que no sabes muy bien como comportarte con ese alguien...porque sabes que es lo suficientemente importante para ti como para querer mantenerlo a tu lado pero no eres lo sufiecientemente egoísta para cortarle las alas a un pájaro que debería estar volando ya.
Por eso, en vez de pedirte que te quedes, y sabiendo que yo no puedo darte lo que pides ni lo que deseas, pese a mi desgracia, vé y vuela libre, pequeño pájaro.

Porque es libertad lo que necesitas...

Y ojalá y pudiera volar contigo, pero mi sitio está aquí, donde ya empiezo a sentir parte de la libertad y a respirar un poco de aire fresco.

Y no le llames hogar al lugar donde vives, sino al lugar donde sientes que estás agusto, donde tienes a quien quieres y donde seas feliz.



"This is the hardest story I've ever told..."

miércoles, 28 de octubre de 2009

Vois sur ton chemin...

Sinceramente, la entrada del blog de hoy no iba por este tema, pero es tarde, tengo sueñito y sé que si me pongo a escribir voy a empezar a decir cosas que quizás debería callarme y pensar con mas claridad.
De cualquier manera dejo bastante claro que este blog, MI blog, no está hecho para juzgarme ni para juzgar ni mis acciones ni mis entradas. Yo escribo lo que siento, porque abrí este blog para hacerlo. Mis entradas solo suelo entenderlas yo, y desgraciadamente, no suelen ser indirectas para nadie, porque no se quién me lee y quién no, ni con que frecuencia lo hacen, ni nada por el estilo. Que para tener movidas a base de indirectas ya tengo el fotolog, que por cierto está casi más que olvidado.
Así que ruego a los lectores de mi blog que la lectura que hagan sea comprensiva, y que solo sirva para conocerme mejor. Hay veces que se aprende más por lo que callo que por lo que digo.
Y las pequeñas cosas suelen ser las que importan.

Por eso, para todas esas personas que se dedican a comentar mis entradas anteriores del blog, y para quién se atreve a cuestionar mi vida o mis acciones por lo escrito aquí (sí, efectivamente, esta vez me refiero a ti de pleno, pero me parece más elegante callarme la identidad,y seguir el "método Buckler" que usas tú) le dejo muy amablemente un video precioso que sí que refleja un poco de lo que llevo por dentro.

Y te lo dedico a ti, y a ti. Y a ti, haber si aprendes ya...


martes, 20 de octubre de 2009

Reflejos nocturnos....

¿Y qué esperabas, cacho de gilipollas? ¿Qué te contestara? ¿Qué se preocupara por ti? Deja de decir tonterías, sabes que nunca ha sido ni será así.
Que cuando cada noche te acuestes hecho mierda, por la mínima cosa que te pase con alguien que te importa...¿Va a estar ahí? Que ingenuo eres... Ni lo ha estado nunca ni lo va a estar ahora.
Pero ni él ni nadie.
Haber cuando tiendes a mirarte más al espejo, y a mirar un poco por detrás de ti, y ver la gente a la que le importas, si es que le importas a alguien.

Miradas en el espejo, pensamientos de noche.
No quiero comentarios a esta entrada, por favor.

lunes, 19 de octubre de 2009

Expectativas de almohada

Hay veces, bueno, diré noches, como hoy, que me siento frente a la pantalla del ordenador sin saber por qué lo he hecho, por qué me he levantado de la cama y he cogido el portátil para desahogarme...
Porque es cuando siento algo así dentro de mi lo que impulsa a escribir, a sacarlo, más que nada para que no siga haciendo mella en mi.
Y reamente, no sé lo que es.

Porque pueden ser tantas cosas...y tantas otras que no me planteo...Ni lo quiero hacer.
Porque en este mundo te das cuenta de que hacerse el duro al fin y al cabo no siempre es bueno, después siempre acabas dandote cuenta de que no lo eres, que eres un tipo normal, con sentimientos y con un corazoncito que solo busca un poco de calor por las noches.
¡Pero que calor ni qué niño muerto! ¿De qué sirve entregarte a quién no se lo merece, de pensar que esa persona es la elegida y que después descubras que en realidad no?
O que notes que la otra persona no es lo que creías que era...pero bueno, en esa cuestión y siendo tan a priori como es mi caso, prefiero no emitir juicios de moral porque irían en contra de mi ética personal.

A veces pienso en la gente de mi alrededor, y me parece bastante curioso: Personas a gusto con sus novios o novias, con sus rolletes largos, con sus expectativas de futuro, con sus amores imposibles... Y ahí en medio ando yo, en alguno de esos subgrupos de humanos que buscan relacionarse de manera perfecta para ser felices. Y yo soy un humano que busca sin saber lo que va a encontrar, pero sin olfatear ni tan siquiera un objetivo.
O teniendo en las narices uno demasiado obvio...pero que es como una liebre: la ves, pero al momento ya esta corriendo para esconderse.

Asi que, a pesar de todo esto, sigo sin entender los comportamientos y las actitudes humanas. Yo no sé si es que yo no podría vivir así o que narices es...
Pero aun así, yo, el que siempre dice que tienes que perseguir tu objetivo, ser optimista ante todos, ver la vida por el lado positivo...hay veces que no lo hace. Y así me va. De culo y contra el viento.


Asi que nada, ya he vuelto a crear otra de esas tediosas entradas que a nadie le apetece leer porque no entiende de la misa la mitad...Pero bueno, yo me he desahogado un poquito. Y con eso es suficiente ¿No?

jueves, 1 de octubre de 2009

Charlas internas de un lector desbordado...

Mirando por la ventana, descubrí que las estrellas formaban un fino entramado de puntos de luz en un cielo oscuro, contaminado por la luz de la ciudad.

Como cada anochecer, mi corazón se encendía de vez en cuando con el simple sonido de una conversación, temblando con el rumor del inicio de sesión, vibrando con cada zumbido....
Y es que hay veces que es algo más que eso, algo más que mirar una pantalla de luz fluorescente.

Cerrar los ojos y sentir su presencia en tu espalda, susurrandote al oído. Diciendote que algún día no será solo una ilusión, que esas palabras escritas se convertiran en pequeños trozos de frases entrando a través de tu piel, perfundiendose en tu alma, viviendo cada momento de esa vida.


Hay días nublados como hoy, en los que no ves nada, solo un oscuro cielo de nubes negras, pero en el que sabes que existen las estrellas que viste ese primer día, y aunque sepas que algunas hace ya que murieron, sigues viendo su resplandor. Porque he llegado a la conclusión de que en esta vida somos lo que vivimos, un conjuntos de haces luminosos que cada una de esas pequeñas estrellas han dejado en nosotros.
Y seguiremos escuchando canciones moñas del Youtube, seguiremos diciéndonos lo guapos que somos, lo majos y agradables que estamos hoy y siempre, lo guay que salimos en esa foto de perfil, comentando ese nick nuevo que deja volar a la imaginación, discutiendo por qué razones deberíamos o no poner la cam...
¿Pero sabéis que es lo mejor de todo? Que es verdad. Que es verdad que para mí si que sois todo eso y más. Que cuando abro cada día el MSN y oigo que me habéis abierto, me alegra el día.

Y a mis bloggers, no creais que os olvido, que cada día entro en vuestros blogs para ver si habéis escrito algo nuevo, porque me encanta leerlo.



Esto empezó como una entrada seria, pero se ha convertido en un recopilatorio de buenos recuerdos hacia vosotros.



GRACIAS

domingo, 30 de agosto de 2009

¿Por qué?

Esa es la pregunta, y yo te daré las respuestas:

Porque me has hecho feliz cuando nadie lo hacía.
Porque me ayudaste a ver la luz a través de un tunel en el que solo veía oscuridad.
Porque, pese a todo, te quise, te quiero y te querré.
Porque nuestra amistad puede con todo, y con todos.
Porque nunca nadie pudo decirnos lo que teniamos y no teniamos que hacer.
Porque cada SMS recibido a las 23:00 de la noche me sacaba una sonrisa de la cara.
Porque ni la lluvia puede estropear algo bonito, y porque siempre habrá algun sauce bajo el que resguardarse.
Porque vivimos por horas.
Porque tengo claro que perdí un amigo, pero que he ganado otra mejor.
Porque me has demostrado cosas que otros no me han demostrado.
Porque me tienes que enseñar a patinar.
Porque...¿Qué sería yo sin tus paridas?
Porque logras sacarme una sonrisa cuando estoy mal.
Porque me encanta escucharte, y no quiero que digas que eres pesada, porque sabes que no.
Porque sí que estas cuando te necesito.
Porque siempre que huelo tu colonia me acuerdo de ti.
Porque eres mucho más que un simple contrato.
Porque tenemos la suficiente confianza como para haberlo firmado.
Y porque hay tantos porqués que no podría enumerarlos todos.


Y solo dos palabras pueden expresar lo que siento:

Muchas gracias