miércoles, 29 de septiembre de 2010

Feelings

Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos de la Tierra.

Cuando el Aburrimiento había bostezado ya por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso: ¿Por qué no jugamos al escondite?

La Intriga levantó la ceja intrigada y, sin poder contenerse, la Curiosidad preguntó: ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego, explicó la Locura, en el que yo me cubro la cara y empiezo a contar desde uno hasta un millón, mientras los demás se esconden. Cuando haya terminado de contar, el primero a quien encuentre ocupará mi lugar para seguir con el juego.

El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. Y la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer no sólo a la Duda sino también a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar.

La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? si al final siempre la acababan descubriendo.

La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), mientras que la Cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno, dos, tres, cuatro,... empezó la Locura a contar.

La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, pues cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para algunos de sus amigos: ¿un lago de aguas cristalinas? ideal para la Belleza. ¿La grieta de un árbol? Perfecto para la Timidez ¿El vuelo de una mariposa? Lo mejor para la Voluptuosidad. ¿Una ráfaga de viento? Magnífico para la Libertad. Pero, finalmente se escondió en un rayito de Sol.

El Egoísmo en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira! en realidad se escondió detrás del Arco Iris) y la Pasión y el Deseo en el fondo de un volcán.

El Olvido no recuerdo donde se escondió.

Cuando la Locura contaba el 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

...Y un millón! contó la Locura y por fin se puso a buscar.

La primera en aparecer fue la Pereza, a apenas tres pasos, debajo de una piedra.

Luego sintió vibrar a la Pasión y al Deseo en el volcán.

En un descuido encontró a la Envidia, y a partir de ella pudo deducir dónde estaba el Triunfo.

Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solo salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de serpientes.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza.

Con la Duda resultó aun más fácil porque estaba sentada en una cerca sin decidir aún de que lado esconderse.

Así los fue encontrando a todos: al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una cueva oscura, a la Mentira detrás del Arco Iris (mentira! estaba en el fondo de los océanos), y hasta al Olvido, que ya se le había olvidado que también jugaba. Tan solo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol del planeta, bajó por todos los arroyos y subió a todos los montes.

Y cuando ya estaba a punto de darse por vencida, vio el rosal.

Tomó una vara y se puso a remover las ramas cuando de pronto se escuchó un grito de dolor: las espinas habían herido al Amor en los ojos.

La Locura no sabía que hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón e incluso se ofreció a ser su lazarillo.

Y , desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña...