viernes, 8 de agosto de 2014

I hate you but I love you.

La última vez que dejé mi relación, me prometí a mi mismo que escribiría por qué terminé con ella, lo que me había llevado a esa situación, para no volverlo a repetir.

No lo hice.

A día de hoy pienso muchas veces en ese día, en esos meses, en las situaciones que viví con mi ex. Fueron muy duras, he vivido cosas que nunca pensé que permitiría, por muy enamorado que estuviese. Y las permití todas.
Yo no sabía lo que era una relación patológica. A día de hoy tengo claro que la viví, pero nunca alcanzo a comprender la magnitud de todo eso. Porque me quedo con lo bueno, y gran parte de lo malo lo relativizo.

Hoy he hablado por teléfono por primera vez con una amiga que le conocía a él antes que a mi. Que le conoció enamorado de mi, que le contó que quería recuperarme. Lo buena persona que era, las buenas intenciones que tenía. A día de hoy, después de haber estado juntos cerca de un año (otro más) no dudo de sus intenciones. Yo sé que él me quiere, y yo sé que le quiero a él. Por mucho que me duela, tengo que aprender a aceptar que mi corazón le pertenece, y que estaremos separados.
Y esto es lo que más me cuesta, porque a menudo me pregunto: "¿Por qué? ¿Por qué después de todo el daño que te ha hecho, de cómo os habéis tratado, no te olvidas de él? ¿Por qué no eres capaz?". Me cuesta tanto olvidarte, como decía la canción de Mecano. Pero es duro pensar que nunca te olvidarás, que te esperan años de sufrimiento hasta que consigas recomponer ese corazón que le pertenece a él, y quedártelo para ti. "Que nunca ME olvidaré, que ME esperan años de sufrimiento, que YO consiga recomponer, que YO ME lo quede para MI".
Anda que no me repiten veces en terapia que lo ponga en primera persona, para que lo interiorice.
Me duele pensar que YO no lo pueda superar. Me duele pensar que YO no lo quiera superar.

Qué duro es hacer el camino sólo.

jueves, 3 de julio de 2014

Ser humano

Hace casi un año que no escribo, y he retomado exactamente lo que estaba haciendo hace un año en la misma situación.
Ha sido un año largo, duro. Me ha dado tiempo a darme cuenta de muchas cosas, a hacerme muy fuerte y ser consciente de mis debilidades. Que son muchas.
He aprendido mucho acerca del amor, de las personas, y en concreto de la vida. 

Del amor he aprendido que aparece siempre en los lugares más insospechados. Que empieza, dura y se acaba en un instante. Que no se puede controlar y que muchas veces es mejor dejarse llevar, sin soltar las riendas. De que no podemos juzgar a los demás por sus sentimientos, que debemos respetarlos y sentirnos afortunados por ser capaz de compartirlos. Es curioso como podemos valorar a los demás de manera muy distinta, en función de un sentimiento que tenemos todos. Amor de pareja, amor de amigos, amor de familia. El motor de la vida, al fin y al cabo.
El amor duele, embelesa y mortifica. Y todos, sin excepción, nos dejamos llevar por ese sentimiento maravilloso que sabemos que en algún momento nos va a repercutir, pero que aún así aceptamos. Tenemos relaciones complicadas, amigos que nos abandonan, familia que se pierde. Solemos quedarnos con lo malo, y acabamos por no creer en que exista algo bueno en querer a los demás. Yo solía querer mucho, y llegué a pensar que perdí la capacidad de amar. Pero es algo que nunca se pierde, y aunque nos hagan daño, sigue estando ahí. Seguimos necesitando ese sentimiento. 
Yo me siento muy afortunado por querer a todo el mundo que quiero, de una manera o de otra, e independientemente del daño que pueda causar. No puedo parar toda mi vida porque me hayan hecho daño, porque el amor es el motor del mundo.
Y amigos, ese amor es lo que hace que nos salga una sonrisa de las más sinceras que existen. De esas que gusta robar, y guardar en el corazón.

De los humanos he aprendido que somos fugaces, que somos distintos y necesarios para los que nos rodean. No sé si seremos "malos" o seremos "buenos", o cuál es el rasero con el que determinamos esa calificación. Pero sí que sé que somos débiles por nuestros sentimientos, y fuertes también por ellos. Y que siempre hay algo bueno en todos nosotros, por pequeño que sea, y escondido que esté. Que debemos sacarlo fuera, y cuando lo hagamos seremos más felices, y nos sentiremos completos.

De la vida, que es corta y que no me la quiero perder. Que la vida la forman el resto de las personas y nuestros sentimientos por ellas, nuestras experiencias. Merece mucho la pena vivir, vivir bien, y ser felices. Habrá momentos de infelicidad (los más) y momentos de alegría (los menos). Y serán los menos porque tendemos a no conformarnos con poco, y eso es estupendo. Porque así podemos disfrutar, reír, llorar. Todo eso es lo que no quiero perderme. Compartir los momentos de felicidad, acompañar en los momentos de tristeza. Y morirme pensando que todo el tiempo ha merecido la pena, porque he vivido al máximo. Que he cumplido con mi misión en el mundo.

Mi padre falleció hace casi un año, y sólo espero que se fuera con la certeza de que había aprovechado al 100% esos momentos, los buenos y los malos. 
Gracias por haberme enseñado tanto, y por estar presente todos los días de mi vida.